Una mezcla intimidante
His House (2020)
El cine de terror lleva más de una década de moda, muchísimos títulos recorren las carteleras, pero pocas son las elegidas. Un género que se inclinó para el entretenimiento raso y ha olvidado aquello de inspirar temor real. Por vía Netflix llega un título discreto, bajo perfil, pero que es sumamente impactante: His House. Aterradora por su buena narrativa, los manejos en fotografía y el trasfondo político y social, aún más espeluznante.
El director Remi Weekes debuta con este filme cargado de ese mundo siniestro, fantasmagórico con la línea delgada de la lucha del bien y el mal. Un hombre desplazado por las luchas violentas de su país de origen en África, busca refugio en Inglaterra. Todo lo que sea necesario para anclar su vida con mejores expectativas, lo que no esperaba era una confrontación con lo desconocido. Demonios, pasado, decisiones y culpas rodean al personaje mientras lucha por su estabilidad. Una sutil mezcla entre migración forzada y malignas fuerzas del inframundo, todo en contra para establecer su nueva realidad.
Siluetas, imágenes sorpresivas y una música mística ancestral generan una ambientación adecuada para los saltos en el sillón. El personaje con una mirada desesperada por no perder su nueva oportunidad conlleva para el espectador una complicidad inmediata, pero enfrentar lo desconocido en este filme es desafiar esa oscuridad, eso desagradable de los fluidos, de los bichos entre paredes y de no saber quién es más implacable, si los vivos o los muertos.
Quizás sea redundante hablar de la luz como clave del buen tono en una película de terror, pero His House navega con perfección por tonalidades de color y la presencia-ausencia de esa claridad, respiros vitales de luminosidad para huir del acorralamiento. Los momentos del día en el exterior es ese opaco brillo de Londrés, ese tono azuloso y frialdad del ambiente, esa distancia de un país lejano y el peso de lo que no es propio. En la luz del interior de la casa ese amarillo fuerte, ese espacio del que se quieren empoderar y darle vida. Al interior en la oscuridad, los azules entran, las sombras se imponen y lo terrorífico toma forma.
Una historia sencilla desde su estructura, pero con ese trasfondo fuerte de realidades. Sin llegar a ser una denuncia, pasa por la crítica social y la impotencia de un sistema. Lo simbólico de lo sobrenatural y su relación con la casa, toma una postura de crispa los nervios y deja esa sensación de más, algo similar a la ya exitosa Get Out (2017). Entre drama y horror, un filme que va calando y se añora verla en gran pantalla, así como reconciliarse un poco con un género que ha perdido tanta importancia en eso de emocionar al espectador.



